La salud mental es uno de los aspectos más difíciles de abordar en el ámbito laboral. Sin embargo, pocos están exentos de conocer casos de burnout (síndrome de desgaste profesional) o depresión vinculados a condiciones laborales adversas.
Las cifras respaldan esta preocupación: entre 2021 y 2022, el número de trabajadores peruanos con problemas de salud mental aumentó de 1.3 a 1.7 millones, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo. A nivel global, la Organización Internacional del Trabajo estima que cada año se pierden 12,000 millones de días laborales debido a la depresión y la ansiedad.
En este contexto, el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión, que se conmemora hoy 13 de enero, es una oportunidad para sensibilizar a los empleadores sobre la importancia de la salud mental de sus trabajadores, señala el abogado laboralista Daniel Robles Ibazeta.
«En mi experiencia, las empresas abordan estos temas de forma muy limitada, lo que convierte la integración de las enfermedades mentales en los protocolos de Seguridad y Salud en el Trabajo en un desafío importante», explica Robles Ibazeta. Además, señala dos factores clave: primero, la normativa laboral se centra más en prevenir riesgos físicos y aborda la salud mental de manera general; segundo, el costo adicional que implica, especialmente para pequeñas y medianas empresas que suelen carecer de personal especializado en salud mental.
No obstante, advierte que descuidar la salud mental de los empleados puede generar sobrecostos para las empresas y dañar su reputación. Por ello, el empleador debe adoptar medidas para controlar las condiciones laborales que puedan provocar, agravar o perpetuar problemas de salud mental.
El hostigamiento laboral es un punto crítico. Según la ley, este es considerado una infracción grave para los empleadores. Estudios han demostrado una relación directa entre el acoso laboral y la depresión. Este puede provenir de superiores, representantes o incluso compañeros (mobbing). Implementar mecanismos para prevenir, investigar y sancionar actos de hostilidad es clave para reducir el riesgo de enfermedades mentales como la depresión.
Otras medidas organizacionales incluyen:
-Diseñar roles laborales que eviten la sobrecarga de funciones.
-Fomentar una cultura de apoyo donde los empleados puedan expresar sus preocupaciones.
-Facilitar horarios flexibles o condiciones que promuevan el equilibrio entre trabajo y vida personal.
-Implementar programas de salud mental, como charlas informativas, actividades físicas o pausas activas.
La depresión tiene un alto impacto laboral: afecta la concentración, reduce la productividad, deteriora el desempeño, genera ausentismo y puede conducir al desempleo. La salud mental no es solo responsabilidad del trabajador; también es deber del empleador priorizarla como un pilar para el crecimiento sostenible de la organización.